Me encontré una artículo en uno de lo cientos de blogs que sigo, lo que me causó curiosidad es que este blog es sobre desestimar bulos y sus comentarios se llenaron de odio hacia el artículo, lo cual me hace pensar que hay gente en internet viajando entre sitios solo para poner mensajes de odio contra Israel, vaya que hay gente con tiempo libre.

Artículo original:


Los acontecimientos que están ocurriendo en Oriente Medio están despertando en occidente opiniones controvertidas. Pero la realidad, es que existe un desconocimiento absoluto sobre la historia del judaísmo, por lo que no es mal momento para que nos pongamos en situación.

El judaísmo surge en el Medio Oriente alrededor del siglo XII a.C. durante la Edad de Hierro, a partir de las tradiciones de las tribus semitas que habitaban la región de Canaán, ubicada en la costa oriental del Mediterráneo.

Originalmente era una religión politeísta que evolucionó hacia el monoteísmo, la creencia en un solo Dios llamado Yahveh, el Dios de Israel.

La Biblia Hebrea recoge las tradiciones orales y escritas del pueblo judío desde el siglo XII a.C., narrando su historia y presentando a los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob como los padres fundadores a través del pacto con Dios.

Moisés es la figura central, pues Dios le revela los Diez Mandamientos y las leyes que rigen al pueblo de Israel durante el Éxodo desde Egipto hacia la Tierra Prometida de Canaán. Allí se establecen las tribus israelitas en el siglo XI a.C. fundando el Reino de Israel y Judá.

David es otra de las figuras centrales del pueblo judío. Según la Biblia, fue rey de Israel alrededor del año 1000 a.C., estableciendo a Jerusalén como la capital de su reino.

A través de sus campañas militares, David llegó a abarcar territorios desde Egipto hasta el Éufrates, incluyendo los reinos vecinos de Moab, Edom, Amón y Siria.

Su hijo Salomón le sucedió en el trono y culminó la construcción del Templo de Jerusalén, considerado el lugar más sagrado por los judíos al albergar el Arca de la Alianza, símbolo de la presencia de Dios.

El reinado de David representa el momento cumbre en la formación del reino unificado de Israel. Su legado y linaje como gran rey guerrero y protector de la fe judía ha perdurado como elemento esencial de la identidad y tradición del pueblo judío.

El rey David estableció su palacio en una colina ubicada en la ciudad de Jerusalén, llamada Sion, desde donde consolidó el reino de Israel hace 3000 años. Sion se convirtió así en el centro del poder y la identidad judía. Con el tiempo, Sion adquirió un significado más amplio como sinónimo de la ciudad de Jerusalén en su conjunto, considerada la ciudad santa y capital espiritual de los judíos.

En el año 722 a.C., el reino norteño de Israel fue conquistado por el Imperio Asirio, que deportó a gran parte de la población judía de las diez tribus del norte.

Posteriormente, en el 586 a.C., el reino sureño de Judá y su capital Jerusalén fueron conquistados por Babilonia. Los babilonios destruyeron el primer Templo de Jerusalén y llevaron a miles de judíos al exilio en Babilonia.

Estos hechos marcaron el fin de los reinos independientes judíos y el inicio del exilio y la diáspora, es decir, la dispersión del pueblo judío lejos de su tierra ancestral.

La destrucción del segundo Templo de Jerusalén en el año 70 d.C. a manos del Imperio Romano profundizó la diáspora judía, esparciendo a los judíos por Europa, norte de África y Oriente Medio, donde formaron comunidades en la antigüedad.

Con la caída del Imperio Romano y la llegada del cristianismo, los judíos comenzaron a sufrir persecuciones y discriminación en Europa.

Durante la Edad Media, algunos reinos europeos promovieron interpretaciones erróneas y prejuicios contra los judíos, a los que veían como enemigos de la cristiandad. Esto derivó en violencia, masacres, expulsiones y guetos para las comunidades judías.

En España, la conquista cristiana culminó en 1492 con el decreto de expulsión de los judíos por parte de los Reyes Católicos. Miles se vieron forzados a emigrar o convertirse.

Ya en el Renacimiento, pese al avance del humanismo, los derechos de los judíos seguían siendo limitados en Europa. Restricciones económicas, sociales y de residencia llevaron al confinamiento en guetos y al antisemitismo institucional.

Estas persecuciones y expulsiones en la Edad Media y el Renacimiento intensificaron la diáspora judía.

A finales del siglo XIX y principios del XX, se desarrolló un antisemitismo moderno y más radical en Europa.

Estereotipos, teorías conspirativas y un creciente nacionalismo fomentaron la xenofobia y el odio hacia los judíos, a los que se veía como una amenaza externa a la identidad nacional.

El caso Dreyfus en Francia, donde un oficial judío fue injustamente acusado de traición en 1894, evidenció la extensión de estos prejuicios antisemitas en la sociedad y las instituciones europeas.

La propaganda nazi llevó el antisemitismo al extremo, retratando a los judíos como la encarnación del mal y promoviendo el odio racial que derivaría en el Holocausto y el exterminio de seis millones de judíos en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.

Este antisemitismo moderno y sus terribles consecuencias fueron un catalizador clave para el surgimiento del movimiento sionista que buscaba un estado propio para los judíos.

El sionismo fue un movimiento político surgido a finales del siglo XIX que buscaba el establecimiento de un estado nacional para el pueblo judío en su tierra ancestral de Israel/Palestina.

Fue fundado por Theodor Herzl en 1896 como respuesta al antisemitismo creciente en Europa. Planteaba que la única solución para poner fin a la persecución histórica de los judíos era conformar un estado-nación propio.

A partir de 1880, impulsados por el naciente movimiento sionista, comienzan las primeras oleadas de inmigración judía organizada a Palestina, entonces parte del Imperio Otomano.

Los inmigrantes judíos, principalmente de Europa Oriental, establecieron comunidades agrícolas y urbanas en ciudades como Jerusalén, Jaffa y Haifa. Para 1914, la población judía en Palestina había pasado de 25.000 a 85.000 personas.

El sionismo alentaba esta inmigración a la tierra ancestral como forma de escapar de las persecuciones y retomar las raíces judías. Los otomanos inicialmente la permitieron, pero luego trataron de restringirla ante la oposición árabe local.

Esta inmigración sentó las bases para el posterior establecimiento del Estado de Israel. Transformó la composición demográfica de Palestina, generando fricciones entre la creciente población judía y los árabes palestinos.

Tras la derrota del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, Palestina pasó a estar bajo un mandato británico otorgado por la Sociedad de Naciones desde 1920 hasta 1948.

El mandato sentó las bases para el posterior conflicto, ya que los árabes palestinos se resistían a la partición de Palestina, mientras que los judíos aspiraban a la creación de un estado propio. Estas tensiones derivaron en revueltas árabes y ataques de grupos judíos contra los británicos.

Ante la creciente inmigración judía y la oposición árabe palestina, los británicos terminaron restringiendo la llegada de judíos a Palestina, incluso durante la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, lo que fue criticado por los líderes sionistas.

Esto ocurrió precisamente en la época en que el ascenso del nazismo en Alemania provocó un incremento en los judíos que querían escapar de la creciente persecución emigrando a Palestina.

Sin embargo, debido a las cuotas impuestas por los británicos, muchos judíos fugitivos se vieron forzados a permanecer en la Europa ocupada por los nazis. Se estima que miles pudieron haberse salvado si se les hubiera permitido la entrada a Palestina.

Durante el Holocausto, mientras seis millones de judíos eran sistemáticamente exterminados en Europa, las políticas de inmigración restrictiva impidieron que Palestina fuera un refugio para muchas más víctimas de la Solución Final nazi.

Esto incrementó el apoyo al movimiento sionista entre los judíos sobrevivientes luego de la guerra.

Luego de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, el apoyo al sionismo se intensificó. Esto culminó en 1948 con la fundación del Estado de Israel tras la partición de Palestina.

Tras el fin del mandato británico, el 14 de mayo de 1948 se proclamó la independencia del Estado de Israel sobre la base del plan de partición de la ONU que dividía el territorio de Palestina.

Esto desató de inmediato la primera guerra árabe-israelí, en la que Israel fue atacado al día siguiente por fuerzas de Egipto, Jordania, Siria y Líbano.

Israel logró la victoria militar tras intensos combates y amplió su territorio más allá de lo asignado inicialmente por la ONU. Aproximadamente 700 mil palestinos huyeron o fueron expulsados de sus hogares.

La guerra consolidó la independencia de Israel y su control sobre la mayor parte de Palestina, mientras que Cisjordania y Jerusalén Este quedaron bajo ocupación de Jordania. Los palestinos conmemoran estos hechos como La Nakba o la catástrofe.

En junio de 1967 tuvo lugar la denominada Guerra de los Seis Días entre Israel y una coalición de países árabes liderada por Egipto, Siria y Jordania.

Israel lanzó ataques preventivos y obtuvo una aplastante victoria que le permitió ocupar la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, los Altos del Golán en Siria y la península del Sinaí en Egipto.

Esta guerra cambió radicalmente el mapa político y las dinámicas del conflicto árabe-israelí. Permitió a Israel controlar la totalidad de Jerusalén y territorios que aspiraba anexionarse según planes expansionistas sionistas.

Sin embargo, dicha ocupación también incorporó una gran población palestina bajo dominio israelí, sentando las bases para la resistencia palestina contra la ocupación israelí que se extiende hasta hoy.

Los palestinos en estas áreas ocupadas han vivido desde 1967 bajo un régimen militar israelí sin plenos derechos civiles y políticos.

Ante la ocupación israelí de los territorios palestinos, se han sucedido levantamientos populares conocidos como intifadas.

La primera intifada ocurrió entre 1987 y 1993. Consistió en protestas, huelgas y acciones de desobediencia civil por parte de los palestinos contra Israel.

La segunda intifada se dio entre 2000 y 2005. Fue mucho más violenta, con atentados suicidas contra blancos israelíes por grupos como Hamás, y dura represión militar israelí. Murieron miles de palestinos y cientos de israelíes.

Hamás es un grupo islamista palestino fundado en 1987 al inicio de la primera intifada. Sus acciones terroristas buscan la destrucción de Israel. Controla de facto la franja de Gaza desde 2007.

Periódicamente Hamás lanza ataques con cohetes y morteros desde Gaza hacia territorio israelí, desencadenando represalias militares israelíes con alto costo civil para los palestinos. Este ciclo de violencia se ha intensificado desde 2021.

En mayo de 2021 se produjo una escalada de violencia entre Israel y Hamás, con el peor enfrentamiento desde la guerra de 2014.

El conflicto se precipitó por protestas palestinas en Jerusalén Este ocupado y redadas israelíes contra manifestantes en la mezquita de Al-Aqsa.

Como represalia, Hamás lanzó más de 4,000 cohetes hacia Israel desde la Franja de Gaza. Israel respondió con intensos bombardeos aéreos sobre Gaza durante 11 días.

Murieron al menos 254 palestinos, incluyendo 66 menores. En Israel hubo 12 fallecidos. La escalada dejó graves daños en infraestructura y viviendas en Gaza.

Tras gestiones internacionales, se alcanzó un alto el fuego pero sin solucionar las causas de fondo del conflicto. Tensiones en Jerusalén Este, la expansión de asentamientos israelíes y ataques esporádicos han continuado.

En conclusión, Israel tiene más de 3000 años de antigüedad. Fueron expulsados de sus tierras por fuerzas invasoras que provocaron lo que se conoce como la Diáspora Judía. El conflicto entre israelíes y palestinos tiene sus raíces en los reclamos contrapuestos de ambos pueblos sobre un mismo territorio y la falta de reconocimiento de los derechos e identidad del otro. Data desde el siglo XX pero se retroalimenta de capítulos previos en la historia de la región. Los palestinos tienen tanto derecho a tener un estado propio como los Judíos, pero son incapaces de llegar a un acuerdo para convivir en paz en una repartición territorial, quizá porque el objetivo de Palestina no es convivir con los judíos, sino aniquilarlos.

Bajo estas premisas, ¿Qué debería hacer Israel? ¿Dejarse aniquilar por los palestinos? ¿Defenderse? Pues aunque parezca absurdo, la respuesta la determina la filiación política de quien opine. ¿Por qué? Sigan el rastro del dinero.

Fuente: https://lamentiraestaahifuera.com/2023/10/15/israel-palestina-historia-de-un-conflicto/


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